lunes, 6 de mayo de 2019

IRMINA

Si hubiéramos respondido aquella carta que llegó en el momento más inoportuno. 
Si hubiéramos aceptado aquella ausencia como otra forma de amar más sutil e igual de válida.
Si hubiéramos hecho menos caso a las convenciones y más a lo que sabíamos íntimamente que era correcto. 
Si hubiéramos...

Este es un cómic sobre las posibilidades perdidas. Sobre los "qué habría pasado si..." que pueblan la biografía de todos nosotros y que en algunos casos determinan quiénes somos y en qué nos convertimos. 

Irmina, la joven alemana protagonista de esta historia, se enamora de un universitario negro llamado Howard en el Londres de los años treinta, y ve cómo la situación política de su país, junto a su situación personal, la alejan con fuerza de él. Cuando un día el correo le devuelve la última carta dirigida a Howard, se da por vencida y, poco a poco, empieza a dejarse llevar por el torbellino social de su país. Hasta entonces nunca se había interesado por la política. Había decidido no querer ver ni saber las consecuencias del terror nazi. Se había puesto la venda que voluntariamente se pusieron millones de alemanes hasta el final de la guerra para no tener que cargar después con el peso del horror del que de alguna manera habían sido cómplices. 

El personaje de Howard, estudiante negro de Oxford, muestra que la Alemania del Tercer Reich formaba parte de una Europa que nunca fue tan blanca (ni tan aria ni homogénea) como los nazis la imaginaban. Y a través de Irmina la historia profundiza en las razones de ese pacto de silencio tras la guerra de una sociedad incapaz de aceptar su parte de responsabilidad en lo ocurrido. 

Irmina está inspirado en la historia de la abuela de la autora. Indaga en cómo personas corrientes se dejaron llevar por la deriva sangrienta de su país y posibilitaron con su silencio la muerte de tantos millones de personas. Es una historia interesantísima potenciada, además, por unas ilustraciones sencillamente maravillosas. Ante algunas me he quedado embobado, totalmente inmerso en una calle londinense inundada de bruma y oscuridad, o subido a la bicicleta de Howard, con Irmina, agarrado a su cintura mientras el viento de la excitación y lo desconocido me hace volar de alegría.

Pocas veces se encuentra tanta fuerza narrativa acompañada de un lápiz y una acuarela tan expresivos y delicados. 



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