lunes, 7 de enero de 2019

CARA O CRUZ

Necesitamos metáforas para vivir. Nos enamoramos y lo llamamos fuego. Perdemos a un padre y lo llamamos abismo. Nos echan del trabajo y lo llamamos terremoto. Nos refugiamos en la meditación y lo llamamos agua. Cuando estamos felices respiramos como si tuviéramos tres pulmones y cuando estamos tristes un nudo nos corta el aire en la garganta. Las metáforas son tan reales como las lágrimas y la risa, y sin ellas no sabríamos cómo contar la tristeza y la alegría. Sin ellas, nos costaría vivir como seres humanos, andaríamos perdidos en busca de explicaciones, de palabras imposibles. Sin ellas no entenderíamos nada. 

Sin su zorro, Lou Lubie, la autora de este cómic, quizá nunca habría entendido lo que le pasaba. Tras una serie agotadora de bajadas de ánimo, estados depresivos repentinos, euforias grandiosas seguidas de intentos de suicidio, empezó a recurrir a la ayuda de psicólogos y psiquiatras. Recibió hasta ocho diagnósticos distintos hasta que dio con el correcto: ciclotimia, una forma de bipolaridad, que explicaba la montaña rusa de sus estados de ánimo desde la adolescencia. Una ciclotimia que para Lou tenía forma de zorro. Un zorro que en los buenos momentos la llevaba planeando por una alegría enérgica y contagiosa. Pero que al descontrolarse podía arrastrarla a lo más alto de la euforia, a la cima de cualquier montaña, tras la que siempre, invariablemente, venía la caída. Y cuanto más vertiginosa era la subida, más brutal era el desplome. 

Una ciclotimia sin control puede volverse brutal hasta desarrollar comportamientos descontrolados: bulimia, fobia social, trastornos de ansiedad, tocs. La ciclotimia, camuflada tras estos trastornos, es muy difícil de diagnosticar. Sus estados más llamativos son los depresivos, porque la euforia sigue estando bien vista socialmente y no suele causar alarma, pero si se la confunde con una depresión y se intenta combatir con fármacos antidepresivos, el resultado puede ser nefasto: el zorro sube y sube propulsado por la química, para terminar despeñándose de forma cada vez más dolorosa. 

Este cómic te lleva de viaje por la ciclotimia de la mano de Lou y su zorro. Es un testimonio interesantísimo, escalofriante y no exento de humor con el que aprendes que una persona en apariencia depresiva quizá esté sufriendo algo más que una depresión, que hay enfermedades muy difíciles de diagnosticar, que algunos psicólogos y psiquiatras reparten diagnósticos con una ligereza muy poco profesional y que la ciclotimia es una enfermedad agotadora y muy compleja. Tan compleja como llevar un zorro salvaje e imprevisible en tu interior. 






No hay comentarios:

Publicar un comentario