Este cuento no tiene texto. Las ilustraciones expresan paz. Luego asombro. Luego incredulidad. Luego sinsentido. Luego destrucción. Y terminan con una pregunta. La pregunta del título. No hace falta más para mostrar lo fácil que es caer en un ciclo de violencia. Y lo absurdo que es. Popov lo hace tan bien sin palabras que he pensado que explicar este cuento en una reseña no tenía mucho sentido. Así que he transformado la reseña en un poema:
Si la hierba es verde para todos, ¿por qué?
Si el cielo es azul, o blanco, o infinito,
si nuestros ojos hablan, o brillan, o callan,
¿por qué?
Si tu paraguas amarillo es tan bonito como mi flor blanca,
si tu idioma le habla al mío como el rocío a la aurora,
si la tierra sonríe igual bajo tus pies que bajo los míos,
¿por qué?
Si somos tan parecidos como dos nubes de tormenta,
si nuestros pies ríen con las mismas cosquillas
y nuestros pechos se hinchan con la misma música,
si comemos con la misma hambre y dormimos con el mismo sueño,
¿por qué?
Si la hierba es verde para todos, ¿por qué?
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