lunes, 27 de noviembre de 2017

BRUJARELLA

Suelo leer con calma. Por ejemplo, sentado en un sillón, con una taza de té y una mantita. No me preocupa pensar que dentro de cuarenta o cincuenta años, si mi cuerpo y mis ojos consienten, seguiré leyendo de la misma forma. Ensayos, novelas, cómics, todos los libros se adaptan a mi forma de leer. Hay gente que lee en cualquier sitio. Bancos del parque, paradas de autobús, oficinas de Correos. Hay gente que lee andando por la calle o en un bar donde atruena la retransmisión de un partido de fútbol. Yo no. No puedo. Necesito silencio y la calma de un sitio que no se mueva. Aunque a veces, de la manera más extraña e imprevisible, quien trae el ruido y la tormenta es el libro. Y entonces ya dan igual la taza de té, el sillón y la mantita, dan igual la calma y la introspección (propias, quizá, de una edad que no es la mía), porque al internarme por sus páginas mis pies se ponen a danzar, el sillón sale volando por la ventana, el té se lo bebe un pájaro travieso y el mundo se vuelve disparatado y loco y lleno de un ruido maravilloso. 

Brujarella. Ay, Brujarella. Cómo me gustas, con tus calcetines a rayas blancas y negras, tu escoba voladora, tu verruga con su pelo y tus zapatitos envidiosos. Me has tenido danzando como loco durante una hora y media, volando con un lobo y un pingüino por un bosque en plena tormenta en busca de un calcetín perdido y me temo que ya nunca más podré olvidarte, brujita malvada y encantadora. 

Este libro me enamoró desde el primer momento que vi su portada. Las ilustraciones de Iban Barrenetxea, que también es el autor del texto, son delicadas, expresivas, divertidas y están llenas de detalles y de fantasía. Al igual que la historia, mezclan el hiperrealismo con la fantasía de la manera más natural y así, una bruja de cabeza enorme y zapatitos minúsculos, acompañada de un pingüino, una urraca y un lobo enorme, entra en un Rolls Royce en el que va sentado un marqués que parece un cruce entre Dalí y Scott Fitzgerald. Vamos, la bomba. 

Brujarella me ha recordado a Shrek por la diversión bruta e ingeniosa, a Sherlock Holmes por la perspicacia jocosa y a Harry Potter por la fantasía aventurera. Cada vez que Brujarella dice "esto me huele a misterio", me la imagino con su voz cavernosa, guiñando un ojo malicioso y retorciendo su dedo índice en el aire, convirtiendo al mundo entero en sospechoso de la desaparición de su calcetín. Y tiene razón en andarse con ojo, porque ya se sabe: "bruja descuidada, ¡bruja chamuscada!"

A partir de ahora, cuando me pidan recomendación para niños y niñas a partir de ocho años, cogeré este libro, me agacharé, y, en voz baja, le diré al futuro lector: cuidado, este es un libro mágico. ¿Es divertido? ¿Aterrador? ¿Fantástico, absurdo, emocionante? ¡Sí! Pero no sólo. Es especial, tanto que para hacerse una idea de cómo es, habría que meter todas esas palabras en un caldero de bruja, añadir una pizquita de rana y cocerlo todo a fuego lento durante años, años y años... Tantos años que dejaríamos de contarlos de puro cansancio. Y tal vez esas nuevas palabras que saldrían humeando del caldero se acercarían a describir esta maravilla de libro. Tal vez. 






2 comentarios:

  1. Pues me va que ni pintada esta recomendación porque a mi sobrinita le encanta la lectura y estaba buscando algún libro para su cumpleaños. Espero encontrarlo fácilmente porque parece que le podría gustar. No siempre acierta una cuando busca regalos para niñas que se salgan un poco fuera de lo de siempre como ropa, juguetes, etc. Y un libro siempre puedes releerlo con el tiempo y volverlo a disfrutar como el primer día. ¡Saludos y enhorabuena por el blog!

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  2. Muchas gracias, Maite. Acaba de salir la edición en rústica de este libro, así que me imagino que no costará encontrarlo.

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