lunes, 29 de junio de 2020

UNA METAMORFOSIS IRANÍ

En 2006, el ilustrador Mana Neyestani dibujó una conversación entre un niño y una cucaracha en el suplemento infantil de una revista. En boca de la cucaracha puso inconscientemente una expresión común de origen azerí, una minoría étnica de origen turco oprimida por el régimen iraní. Algunos azeríes entendieron que con esa viñeta se les estaba llamando cucarachas y decidieron organizar una revuelta contra el gobierno. Y este, que necesitaba urgentemente echarle la culpa de las protestas a alguien, detuvo a Mana Neyestani y lo encerró en la cárcel. Así empezó esta pesadilla kafkiana: condenado a prisión por una viñeta infantil, el autor nos cuenta su periplo por las cárceles iraníes y su posterior huida por medio mundo cruzando los campos minados en los que algunos países convierten la libertad de expresión. 

Este es un cómic sobre la susceptibilidad identitaria. Sobre cómo un dibujo infantil intrascendente puede llegar a un pueblo oprimido como un insulto. Sobre las identidades ofendidas, dispuestas a encontrar ofensas a su comunidad por todas partes. Y también, sobre un régimen dictatorial que entiende la justicia como un instrumento más del que servirse para imponer su voluntad.

En esta historia, Mana habla (y se ríe, y se enfada) con los personajes que dibuja. Con un aparentemente sencillo sombreado en cuadrícula, crea un dibujo vibrante y enérgico que me ha mantenido en tensión a lo largo de toda la historia, en los aeropuertos de Dubai, de Turquía, de Malasia y de China, en esa odisea interminable y desesperante de las solicitudes de asilo. Mana Neyestani recorrió medio mundo junto a su mujer buscando protección y seguridad. Con pasaportes falsos, con la angustia constante de ser deportados a Irán, donde Mana sería sin duda encarcelado de nuevo. Y con la cucaracha de aquella viñeta infantil persiguiéndole en sus sueños, proyectando sombras amenazantes sobre sus sueños. 

Vivir en un mundo que interpreta el humor como un insulto es arriesgado. Mana Neyestani lo sabe mejor que nadie. Y aquí lo cuenta de forma insuperable.





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