jueves, 7 de febrero de 2019

LOUIS ENTRE FANTASMAS

Se mueven por la casa como entre porcelanas, en silencio y con cuidado de no romper nada. Su padre les mira y llora. Su madre gira la cabeza, buscando lejos de allí los recuerdos de un tiempo mejor. Un tiempo sin botellas vacías escondidas en el cubo de la basura. Un tiempo en el que los proyectos podían ser fantasiosos y espectaculares y aun así mantener cierta cordura, un apoyo, un pie en la tierra. Ellos, Louis y Truffe, se mueven sin hacer ruido, quedan tan pocas cosas intactas en su familia que por nada del mundo las pondrían en peligro. Se mueven en el mundo gris urbano de su historia rota. Buscando en los márgenes de su familia los colores que les hagan soñar y salir de su rutina de lágrimas y miradas oblicuas. 

Me ha impactado esta historia, tan sencilla y tan bella. Es triste, como todas las historias de parejas que se separan con hijos pequeños. Es desgarradora, el alcoholismo en un hombre dulce e inofensivo siempre lo es. Y se lee con una sonrisa, a ratos emocionada, a ratos dolorosa, por el contraste entre los dos adultos, inmersos en una situación que les abruma, y los dos niños, luchando cada uno por hacer valer su inocencia en un mundo áspero y hostil. 

El narrador, Louis, es un adolescente tímido y delicado, que cuenta las cosas como las ve, sin ahorrar detalles, sin creer en futuros mejores, sin adornar nada. Cuando observa los ojos nerviosos y los gestos atropellados de su padre, sabe que está esforzándose por no beber. Cuando su madre se corta el flequillo compulsivamente, sabe que está más preocupada de lo normal, que quiere pasar página y empezar una nueva vida pero no puede evitar seguir enamorada de él. 

El dibujo es una maravilla. Rezuma inocencia y espontaneidad, con esos rasgos infantiles que contrastan con la realidad adulta de buena parte de la historia. Los tonos grises son el presente, un presente tenso y roto, urbano, roto por los azules de los recuerdos, suaves y rurales, y por un amarillo fulgurante que representa la parte más encantadora de este cómic: el amor de Louis por una compañera suya de clase. Pero qué digo una compañera, ella es mucho más que eso. Es una devoradora de libros, una sirena con gafas, con cabellos color de miel que se recoge en moños imposibles, una defensora de los débiles que se planta firme y desafiante ante los abusones del patio, una tempestad, una reina muda, una explosión de color imparable en la vida de Louis. Cada vez que la ve marcharse en su bicicleta, algo se encoge en su corazón. Y el regalo que ha comprado para ella se agita, nervioso, en el fondo de su bolsillo, deseando llegar a su destinataria y descubrir si ese amarillo puede convertirse en el color de los dos. 



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