Cuando no puede dormir, Min se sube al tejado de su casa y enciende cerillas en la oscuridad. Cada pequeño estallido de luz es un recuerdo que se incendia, que alumbra por un momento las mejores secuencias de su día: sus besos en la boca, riendo como locos, corriendo por los jardines de la mano, felices y descontrolados, sintiendo su vida, la de los dos, inflamarse y expandirse hasta el infinito. Con cada cerilla intenta recuperar ese momento concreto, esa sensación nueva, iluminar el sentimiento en medio de la noche para que no se pierda, para volver a vivirlo e intentar comprenderlo y grabarlo en su interior hasta quemarse los dedos y la memoria.
En el tejado de su casa, Min enciende cerillas para repasar las secuencias de su día, las tomas de la película en la que vive y que nunca deja de proyectarse en su cabeza. Porque la película de su vida es compleja, es extraña, es casi extravagante y quiere vivirla como se la imagina, quiere creer que su vida son secuencias que bullen en su cabeza esperando su momento para florecer.
"Y por eso rompimos" es la historia de un amor maravilloso, el gran amor de los dieciséis años, ese en el que todas las cosas suceden por primera vez y el mundo empieza de nuevo cada mañana, virgen y ansioso y ciegamente esperanzado. Y por supuesto, como el título indica, también es la historia de un gran desengaño, de la inmensa humillación que supone quitarse la venda violentamente y constatar que el mundo de repente ha envejecido, que ese chico es en realidad como parecía ser y no como ella deseaba con toda su alma que fuera.
"Y por eso rompimos" es la larga carta que Min le escribe a Ed para despedirse; decide hacer de su dolor algo "hermosamente memorable" y contarle su versión de la historia a través de todos los pequeños objetos que les pertenecieron: una entrada de cine, pétalos de rosas, un libro de recetas, objetos que meterá en una caja y dejará en la puerta de la casa de él para deshacerse del dolor y empezar de nuevo. Una carta, una historia, impregnada de resignación pero también de alegría y de fuerza y de la rabia necesaria para poner su mundo de nuevo en su sitio.
Es un libro especial, distinto al resto, por las bonitas ilustraciones de los objetos que encabezan cada capítulo y que jalonan la carta, y sobre todo por la historia en sí, la historia de un primer amor que explota como una revelación, sin los filtros de la experiencia, directo a la fragilidad del sentimiento puro.
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