Si abrir las fronteras y permitir la libre circulación de mercancías y personas en la Unión Europa ha contribuido a la estabilidad, el progreso y la paz como nunca en la historia de nuestro continente, ¿como pretenden ciertos partidos nacionalistas y de ultraderecha defender la estabilidad, el progreso y el bienestar de sus ciudadanos creando más fronteras y dificultando la movilidad por el continente?
Si el desarrollo tecnológico está transformando nuestra vida laboral hasta el punto de que cada vez es más raro encontrar puestos de trabajo que nos puedan durar toda la vida, ¿cómo es que seguimos convencidos de que especializarse en un solo campo es la mejor opción de futuro y que invertir en educación tecnológica no es la prioridad?
Si los empleos tradicionales están desapareciendo de manera irreversible, en su mayoría absorbidos por multinacionales mejor adaptadas al mundo tecnológico, ¿no sería sensato tratar de salvar a las personas en vez de a los empleos mediante una renta básica universal y, por ejemplo, una oferta masiva de empleo público para el cuidado de niños y mayores dependientes?
Cada página de este ensayo, a veces cada párrafo, da para una pregunta de largo alcance. ¿Cómo será la sociedad dentro de treinta años? ¿Seguiremos teniendo que estudiar carreras y masters para conseguir un trabajo? ¿Volverán las guerras, aunque sean en formato digital? ¿Volverán las fronteras y el odio que impiden ver el sufrimiento ajeno? ¿Seguiremos creyendo que liberarnos del sufrimiento es el fin último de las sociedades plurales?
Desde la revolución francesa, las dos ideas hegemónicas de nuestra cultura occidental han sido la libertad y la igualdad. Ambas han definido que hayamos terminando viviendo en democracias capitalistas y que nuestro estado del bienestar haya triunfado en toda Europa, y buena parte del mundo nos haya visto como un modelo de progreso. Sin embargo, desde la crisis económica que empezó en 2008, las ideas de libertad e igualdad han entrado en decadencia. El sentimiento de ofensa está atacando la libertad de expresión y los partidos nacionalistas de extrema derecha están atacando la idea de igualdad. Se criminaliza a los diferentes y se aboga, desde Estados Unidos hasta Italia, Hungría o Polonia, por restringir derechos a sus ciudadanos, reforzar los presupuestos de defensa y blindar fronteras.
Esta crisis de la globalización de la sociedad del bienestar llega justo cuando más necesaria es la apertura y la cooperación a escala global. Hay una crisis de valores, un colapso ecológico y una amenaza tecnológica para los habitantes de todo el planeta. Son problemas que nos afectan a todos y que sólo se pueden resolver si los afrontamos unidos. "Si 500 millones de europeos ricos no son capaces de acoger a unos pocos millones de refugiados pobres, ¿qué probabilidades tiene la humanidad de superar los conflictos de mucha más enjundia que acosan a nuestra civilización global?"
Yuval Noah Harari |
Me resulta difícil compartir algunas de las predicciones catastrofistas del autor sobre el futuro. A pesar de los datos que aporta y de la seducción de su argumentación, no concibo la proyección del mundo que describe más que como un escenario distópico propio de una novela de ciencia ficción. Pero lo que parece indudable es que "si alguien nos describe el mundo de mediados del siglo XXI y parece ciencia ficción, probablemente sea falso. Pero si alguien nos describe el mundo de mediados del siglo XXI y no parece ciencia ficción, entonces es falso con toda probabilidad".
En ciertos capítulos me he sentido un poco como una marioneta. Harari me exponía una idea de forma convincente hasta que me tenía encandilado y asintiendo como un tonto ante su brillante argumentación, para acto seguido refutar dicha idea con una contraargumentación despiadada todavía más brillante, dejándome grogui, noqueado por sus palabras, medio agradecido medio mosqueado por lo vulnerable y manipulable que se vuelve uno cuando asiste a un despliegue de conocimientos de los que lo desconoce casi todo.
El reto de afrontar un mundo que cambia cada vez más deprisa es inmenso. Parece claro que la incertidumbre profunda será la característica de nuestra vida en las próximas décadas. Y la estabilidad, cada vez más, una quimera. Necesitaremos muchísima flexibilidad mental y grandes reservas de equilibrio emocional. Aprender a sentirnos cómodos con lo desconocido. Este ensayo da algunas claves para ir haciéndonos a la idea.
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