–Tú olvídate de papá y mamá. Estas conversaciones son entre tú y yo.Esta novela es una de las historias familiares más bonitas que recuerdo haber leído en mucho tiempo. Una historia de la que vamos aprendiendo a vivir con caras grises y ojos como de cristal, una historia a través de la cual darle la mano una vez más a nuestro abuelo, dejarnos enseñar por él y disfrutar de esos momentos tan nuestros que vivimos con él o con ella. Es una familia y una historia que llegan al corazón.
–Y... ¿también las olvidarás?
–Yo no sé qué olvidaré, ni cuándo, ni cómo. Pero ¿sabes qué hago con lo que no quiero olvidar?
–¿Qué?
–En lugar de guardarlo en la memoria de la cabeza, lo guardo en la del corazón, porque esa no se me borrará.
–¿Y qué más guardas ahí?
–Todo lo que he querido, Jan.
–Hombre, ya... A la abuela, a mamá, a mí...
–Sí, también. Pero además el día que arreglé mi primer reloj, cuando nació tu madre, el día que conocí a tu abuela, cuando talaron mi sauce llorón...
Una querría ser la hija de esos padres comprometidos, atentos y cuidadosos; nieta de esos abuelos sabios, con una sabiduría ancestral aprendida a base de arreglar relojes, observar árboles o coser prendas de ropa. Una querría vivir la realidad aparentemente sencilla que llega cuando la vida de todos se desmorona, se pone patas arriba: una vida de merienda con el abuelo descubierto en la distancia entre las cabezas de todos los padres y familiares que van a recoger a sus niños al colegio; paseos recordando los nombres de las calles y las formas de los árboles, partidas de dominó y cenas de cuchara cocinadas por la abuela.
Una querría asumir el dolor que traen las verdades manteniendo la nube alegre de perfume de la abuela o el humor absurdo del padre.
Esta novela me ha recordado a la extravagante familia de Esperando a Mr. Bojangles, aunque no hay locura que lo oscurezca todo. Sin embargo, la ternura, el amor, el humor y los lazos familiares son tan importantes en ambas novelas que parece que se complementaran a la perfección, ya que ambas nos traen las dos caras de la moneda de la enfermedad.
Tina Vallés |
Su autora, Tina Vallès, ha hecho un trabajo extraordinario con la voz narrativa, ese niño que va viendo cómo poco a poco deja de serlo y tiene que buscar rincones fuera de casa para aferrarse a esa edad en la que todavía los recuerdos resisten y desde donde heredar esa "o" inmensa del nombre de su abuelo sin furia o rabia. Heredar la "o" significa perder al abuelo y eso... Eso todavía no.
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