La risa es una declaración de libertad. Rompe el miedo a lo desconocido, el miedo a la violencia y al silencio. Es una formidable estrategia de defensa ante cualquiera que esgrima su ofensa como arma. Irrumpe con su estrépito de ligereza y ataca a los que odian allí donde son más vulnerables: en su idea del honor. La risa libera, traspasa fronteras y une a las personas de cualquier cultura en un idioma común: el de la alegría. Hace dos años, ocho miembros de la revista satírica francesa Charlie Hebdo fueron asesinados por reírse. La filosofía de la revista era: "pasarlo bien, ser libre, inventar cosas, equivocarse, volver a empezar". Los hermanos Kouachi, pertenecientes a Al-Qaeda, consideraron que su risa era incompatible con sus sentimientos religiosos y los asesinaron por ello.
El 7 de enero de 2015 la autora de este cómic se quedó dormida. No oyó el despertador y cuando llegó a la sede de Charlie Hebdo sólo tuvo tiempo de escuchar los disparos y esconderse. Su retraso le salvó la vida, pero no la libró del trauma de perder, en apenas unos minutos, a la mayoría de sus amigos y maestros. Cada noche sufría la misma pesadilla. Cuerpos, muerte, violencia. Y durante el día, la misma ausencia de emociones, como si el atentado la hubiera vaciado por dentro, dejando sólo la carcasa de la mujer que antes era. Hasta el cabreo se había esfumado. ¿Por qué matar? ¿Por qué acabar con la vida de los que no piensan como tú si el tiempo ya se va a encargar de hacerlo por nosotros de todos modos?
Este cómic cuenta el atentado, el limbo por el que pasó la autora los meses siguientes y su sed de belleza para contrarrestar su vacío interior. Viajó a Roma, a la Villa Medici, que desde hace cuatro siglos es un asilo de artistas de todo el mundo en busca de inspiración, para empaparse de belleza en un intento de "recurrir al síndrome de Stendhal para anular el síndrome del 7 de enero". Cambiar la intoxicación por un exceso de muerte por la intoxicación por un exceso de belleza. Porque la belleza, al final, no es más que cultura, energía, búsqueda de un ideal. Es decir, vida. A la vuelta de su viaje, Catherine Meurisse escogió para su obra un título quizá inspirado en Kundera: la levedad, la insoportable levedad de permanecer, de sobrevivir y de hacer que, cueste lo que cueste, el futuro merezca la pena.
La filosofía de vida de Charlie Hebdo era la risa. Y lo sigue siendo. Después del atentado siguieron publicando y su siguiente número vendió siete millones de ejemplares. Siete millones de personas dispuestas a salir a la calle a defender la risa contra los que buscan someternos mediante la violencia y decirles que no nos tomamos en serio sus intenciones, que su religión es ridícula si no soporta las bromas y que seguiremos defendiéndonos siempre de su indignación trascendente mediante la ligereza y el sentido del humor.
El terrorismo es el enemigo declarado de la risa y del lenguaje. Por lo tanto, ¿qué mejor forma de combatirlo que reírnos juntos?
No hay comentarios:
Publicar un comentario