Va a hacer ya nueve años que vimos un libro de Impedimenta por primera vez. Y siempre recordaré la sorpresa al descubrir que la sobrecubierta se podía quitar y por debajo se escondía la misma ilustración de la portada pero en vertical y sobre toda la superficie del papel. El libro ya no parecía un libro, se había transformado en algo delicado y bello, en una pequeña obra de arte. Con el tiempo alguna editorial ha intentado hacer cubiertas parecidas, sin demasiado éxito, y muchas han empezado a cuidar los materiales y los diseños, siguiendo la estela marcada por Impedimenta en la elección de una estética más cuidada como seña de identidad.
Es difícil establecer escalas de belleza. El libro más bello hoy puede parecernos menos bello mañana porque los gustos cambian o porque aparece un diseño nuevo que desbanca la anterior idea de belleza. Antes de 2007 poca gente se preocupaba por la belleza de los libros. No hay más que ver fotos de las mesas de novedades de entonces: sobriedad monocromática y ninguna ilustración. Y apenas diez años después, las nuevas editoriales pequeñas, con Impedimenta a la cabeza, no solamente han introducido borbotones de creatividad y de color en el panorama editorial, sino que han dirigido el gusto de los lectores hacia una exigencia de tacto y estética que antes habría sido impensable.


Impedimenta. Editorial admirada y afín como muy pocas. Por la delicadeza, exquisitez y belleza de sus diseños. Y por hacernos descubrir clásicos modernos que al instante se vuelven imprescindibles.
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