Abro Instrumental, el libro de James Rhodes que voy a empezar a leer, y me encuentro con esta cita:
You don't honour someone by telling them "I can never imagine what you've been through". Instead, listen to their story and try to imagine being in it, no matter how hard or uncomfortable that feels.
Phil Klay, veteran, US Marine Corps.
Y me vale para el libro del que quiero hablaros ahora, pero también para el que leí hace unas semanas, y para el que recomendé o traté de recomendar ayer antes de que me pusieran mala cara, y para tantos y tantos libros y situaciones en la vida.
"No quiero un libro duro.
No quiero un dramón que para eso me pongo el telediario.
No quiero sufrir ni pensar mucho, quiero un libro que me distraiga".
Siempre que escucho lo que la gente no quiere, me pregunto qué harán cuando les ocurran desgracias, cuando lo pasen mal por algo, y sobre todo, cuando alguien cercano acuda a ellos con una historia dura o perturbadora y tengan que hacer el esfuerzo de empatizar con ella.
Supongo que la gente que no quiere pensar con los libros es la misma que respondería: "no puedo ni imaginar lo que debes de haber pasado. ¿Que te gustan las mujeres? Vaya palo, ¿y ahora qué vas a hacer? ¿Y todos estos años con tu novio? ¿Que vas a dejar tu trabajo sin haber encontrado otro antes? No seas insensata, anda, siempre con la cabeza a pájaros. ¿Que te vas a Francia siempre que puedes porque..., porque..., - cómo has dicho -, ah sí, porque se respira mejor? Lo que hay que oír, con lo bien que se vive aquí. ¿Que te sientes..., que eres transex...? ¿Que eres qué?"
George es una niña. Una niña de diez años en el cuerpo de un niño. Y aunque haya mucha gente que no entiende que esto sea posible, es así. No es una perversión ni un capricho ni una inmoralidad. Es una realidad dolorosa. Muy dolorosa. Porque no es nada fácil vivir dentro de un cuerpo que no reconoces como tuyo, escuchar bromas jocosas y estúpidas de otros chicos sobre lo cursi y lo afeminado, sobre los mariquitas y los blandos, y que el más comprensivo de ellos acepte que quizá seas gay. Y es que no eres gay ni afeminado. Simplemente, no eres un chico, a pesar de tu pene y de tu nombre. Eres una niña. En el cuerpo de un niño. Y aunque te llamen George, tú no eres George.
George no sabe cómo decirle al mundo que es una niña. Teme el rechazo, la extrañeza, la incomprensión. Y sobre todo, el odio, la violencia y la burla. Y decide aprovechar la función de teatro de su escuela en la que se representa La telaraña de Carlota, de E. B. White, para reivindicar su condición femenina. Mientras todos los niños se preparan para sus papeles masculinos, George ensaya en secreto, junto a Kelly, su cómplice y mejor amiga, el papel de Carlota, la araña protagonista. Quiere subirse a escena y ponerse un disfraz para sentirse ella misma, para alejarse de ese George dentro del que ha crecido y que no es ella. Quiere subirse a escena para ser Carlota y que los demás vean quien es, para que se olviden de George y la miren de verdad, a ella, al personaje, a la niña.
George es un libro juvenil, escrito con un lenguaje y un tono sencillos e inocentes. Pero yo se lo recetaría a cualquiera que tuviera la sensibilidad e inteligencia necesarias para querer comprender un problema y aprender a formar parte de él desde la imaginación. Muy pocos de nosotros somos transexuales, sin embargo, todos hemos sentido alguna vez el peso de llevar dentro un secreto doloroso y la necesidad imperiosa de contárselo a alguien para aliviar un poco la carga. Todos hemos buscado comprensión y hemos sentido miedo a que nos juzgaran, a que la incredulidad o la extrañeza, o incluso el rechazo y la violencia fueran lo único que pudiera acoger nuestra necesidad de afecto.
Creo que necesitamos lectores que se atrevan con libros duros e incómodos. Necesitamos historias que nos hagan pensar y nos saquen de nuestras ideas para arrojarnos a otras menos conocidas, con menos referentes a los que agarrarse. Libros que hagan preguntas. Y que no permitan escapatorias fáciles. George es un libro transparente sobre un tema que en nuestra sociedad está contaminado de incomprensión. Hacen falta muchos libros así, para adultos y sobre todo para jóvenes, libros que combatan la intolerancia a fuerza de emoción e inteligencia, para que esta sociedad deje de una vez de estigmatizar la identidad sexual de las personas.
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