CÓNDOR, el plan secreto de las dictaduras sudamericanas, es un libro espeluznante. El fotógrafo Joao Pina ha reunido centenares de fotografías junto a decenas de testimonios de supervivientes, madres con hijos desaparecidos, hombres y mujeres encarcelados, torturados, sometidos a aislamiento durante años, personas todas ellas consideradas subversivas por las dictaduras de Paraguay (1954-1989), Brasil (1964-1985), Bolivia (1964-1982), Uruguay (1973-1985), Chile (1973-1990) y Argentina (1976-1983).
En 1975, todo el cono sur sudamericano estaba dominado por dictaduras militares, y los jefes de estado de dichos países se pusieron de acuerdo en coordinar sus esfuerzos para acabar con un supuesto "complot internacional marxista" que amenazaba con corromper su soberanía y destruir lo que ellos llamaban "el último bastión de la civilización cristiana". El objetivo era localizar a los opositores de izquierda, sindicalistas, comunistas y cualquier oponente político a las juntas de poder. Con la colaboración y asesoramiento en técnicas de localización, seguimiento, captura y tortura por parte de antiguos oficiales de la Gestapo y de las SS, ocultos y protegidos en estos países desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, a principios de los años 80 el Plan Cóndor había asesinado o hecho desaparecer a más de 60.000 personas dentro y fuera de Sudamérica.
Cuando en 1979 se filtró a la prensa la participación activa de EEUU en el Plan Cóndor, muchos consideraron que se trataba de una teoría de la conspiración. Pero lo cierto es que el gobierno de EEUU, desde la crisis de los misiles de Cuba en 1962, había estado apoyando a cualquier régimen que abrazase principios anticomunistas, ya fueran movimientos políticos de derecha, grupos paramilitares o simples déspotas asesinos. Como nos cuenta Jon Lee Anderson en el prólogo, "de manera perversa, algunos de [estos movimientos] abrazaron ideologías políticas que se acercaban más a las de los fascistas que EEUU había luchado por derrotar en la Segunda Guerra Mundial que a los principios democráticos que esta nación decía defender".
Con el fin de la Guerra Fría y la vuelta a la democracia en los años ochenta en todo el cono sur, se optó por olvidar y perdonar este plan criminal. Sus ejecutores nunca fueron juzgados y los que estaban en la cárcel fueron amnistiados. Durante muchos años incluso se negó que un plan llamado Cóndor hubiera existido alguna vez. Las víctimas fueron incluso puestas en duda: algo que no ha existido no puede provocar ningún daño.
Este libro de Joao Pina es un homenaje visual a todas esas personas cuyas vidas fueron borradas en secreto, una forma de sacarlas del olvido para que vuelvan a existir y nadie pueda ponerlas en duda de nuevo. En las últimas páginas también aparecen las fotografías de los verdugos, de los cómplices y de los culpables. Miran al suelo, o hacia un lado. Se tapan la cara con las manos, para que no les veamos. Como Pinochet, no admiten su culpa. Pero tienen miedo. Quieren que dejen de juzgarlos.
"En estas imágenes uno siente la victoria definitiva del concepto de memoria histórica, que es no obstante una victoria pírrica, puesto que nada devolverá la vida a aquellos que la perdieron."
En este enlace se puede ver el contenido fotográfico del libro.
Joao Pina |
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