lunes, 27 de julio de 2020

LA CASA DEL PADRE

Lo más fácil es mirarlo todo de lejos. Desde la distancia prudente de la ventana del salón. Desde el pudor receloso de las señoras mayores que otean bien por la mirilla antes de descorrer las cuatro vueltas de la cerradura blindada para salir a la calle. Cuando te acercas al mundo real te quedas sin ventanas que te hagan de parapeto, te quedas sin mirilla y sin puertas blindadas, y te asustas y de repente todo tiene un borde afilado que hace daño y que no puedes esquivar.

Esta novela trata sobre esa cercanía perturbadora que nuestra educación tradicional basada en el pudor nos ha enseñado a evitar. Trata sobre un escritor bloqueado, "atrapado en un tempo antiguo", en un miedo paralizante que le recluye en su estudio y en el borrador de una novela en la que no acaba de creer. Espera algo. Algo que desconoce. Un mensaje en una botella. Algo que le acerque a sus personajes y a su vida cotidiana, que ya sólo es capaz de vivir de lejos, desde una distancia insalvable. 

Trata también sobre una mujer que retoma la escritura, tras veinte años de limitarse a corregirle las pruebas a su marido escritor. Y descubre que lleva un dolor dentro pugnando por aflorar, y que en las palabras escritas va a encontrar las pruebas de ese dolor, las evidencias de ese trauma que ella piensa que es un sueño. Un sueño compartido con millones de mujeres, un trauma hecho realidad cada día, cada hora. 

"¿Cómo escribir del sufrimiento sin dejar el corazón en cada palabra?"

La casa del padre es una novela seca, contundente, poética. Su rotundidad me ha hecho pensar en otras novelas de autores vascos que me dejaron una huella profunda, como Mejor la ausencia, de Edurne Portela, o Patria, de Fernando Aramburu. Karmele Jaio explora los rincones en sombra de las relaciones familiares, las grietas profundas en las relaciones de pareja por las que se cuela todo aquello que en su día no expresaron en voz alta y que ahora ya no se atreven a decirse, ni siquiera a sí mismos. Describe una familia con multitud de puertas cerradas. De bisagras duras y oxidadas que chirrían por falta de uso. De silencio. "Un silencio largo, un silencio tan fino que se ha colado por las rendijas de las puertas, por las ventanas entreabiertas, por los agujeros del fregadero, hasta inundar la casa como un gas lacrimógeno. Un silencio afilado, peligrosamente doméstico". 

"Nadie te enseñó cuándo hay que dar un abrazo, cómo hay que darlo, o qué tienes que hacer con el cuerpo cuando te abrazan".

Karmele Jaio
Cómo no reconocer en esta novela a mujeres que conocemos. Mujeres que se pasan la vida haciendo cosas. Nunca quietas, nunca ociosas, siempre preparando, limpiando, colocando. Siempre haciendo, nunca simplemente estando. Y cuando ya está todo hecho, todo limpio, todo guardado, entonces se ponen a pensar en lo que habrá que hacer, limpiar y guardar mañana, controlando el tiempo como si este pudiera ceder ante su mirada imperiosa para tener la vida atada y bien atada. Sin descansar nunca del todo, sin dejarse llevar nunca, sin estar nunca entregadas al ocio y a lo imprevisto. 

Y cómo no reconocer también en ella a hombres que nos rodean. Hombres para los que la vida consiste en hacer, trabajar, producir. Para los que las cosas pasan y ya está. Hombres que no tratan de buscar explicaciones a lo que sienten y que no sospechan que los sucesos puedan estar cosidos por las emociones, por los sentimientos. Hombres que no se preocupan por encontrar una forma satisfactoria de contarse a sí mismos porque las historias son palabrería sin sentido, ruido de hojarasca, cosas de mujeres. 

La casa del padre es una novela impresionante. Es capaz de tocar muchas fibras sensibles en cualquier lector que se deje empapar por su historia. Sus frases son como linternas que alumbran una cueva oscura, muy oscura. Una cueva en la que todos hemos estado, que visitamos de vez en cuando, en la que algunos, quizá muchos, quizá sin saberlo, vivan permanentemente.



2 comentarios:

  1. ¡Qué interesante descubrimiento! Sobre todo enlazado con dos maravillas como "Patria" y "Mejor la ausencia". Lo apunto, ¡gracias!

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  2. Sí, para nosotros el mejor descubrimiento de literatura española del año. Pronto seguiremos leyendo más libros suyos.

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