jueves, 9 de julio de 2020

TODO ESTO EXISTE

Ucrania, años ochenta. Un director de escuela recién separado. Una adolescente que huye de un maltrato. Una decisión imposible que, sin embargo, se toma como si fuera la única posible. Y un accidente nuclear que precipita un mundo hacia el infierno. 

La prosa de Íñigo Redondo sacude e hipnotiza. Se detiene en las formas cambiantes del vaho exhalado en la gelidez de una mañana de invierno; en cómo un hombre y una mujer se alejan de la escuela, él gesticulando con violencia, ella bajando la cabeza; en la mirada del hombre que los observa desde la calidez del aula, bebe un sorbo de café frío y empieza a atar cabos. 

Hay una poesía íntima y cincelada en cada página. Una fuerza profunda y dolorosa que se convierte en un torrente descontrolado que arrolla la historia y al lector. Hay silencios tensos como finas capas de hielo que cubrieran un dolor abismal e indecible. Hay frío, mucho frío, y una delicadeza prudente, y palabras como hogares llameando en la oscuridad: fuera de ellos sólo habita lo desconocido, lo que no tiene forma ni se puede ver, el aliento de una sombra que asusta y amenaza. 

¿Cómo de inabarcable puede llegar a ser la culpa que el mero hecho de seguir viviendo se convierta en una afrenta inadmisible, en una desfachatez?

El primer capítulo de esta novela noquea, y a partir de ahí es una cuesta abajo sin frenos portentosa y escalofriante. Aunque el argumento es diáfano, es imposible contar de qué va. Y no tendría ningún sentido, pues la prosa de Íñigo Redondo trasciende la acción para detenerse en lo que queda más allá de lo visible, fuera del alcance de la luz y de la inteligencia y de la imaginación. Y que sin embargo es tan real como la realidad iluminada. 

Aunque esté más allá del punto de fuga, más allá de la luz y del dolor, lo que habita en esta historia existe. Y se queda temblando en la memoria, como los traumas que enseñan a vivir y que guardamos siempre a una distancia prudencial. Gracias a Íñigo Redondo, todo esto existe. Aunque quizá uno desearía que no existiera. 




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