lunes, 8 de mayo de 2023

LAS CHICAS DEL MURO

"Hay fotografías que cuentan toda una historia". O, mejor, que cuentan muchas historias diferentes, según la interpretación que cada uno haga. La fotografía de la portada de esta novela es una de ellas. Dos chicas se dan la mano sobre el Muro de Berlín en construcción. ¿Se despiden? ¿Se saludan? ¿Están tristes, asustadas, emocionadas? ¿Ocultan algo entre las manos? ¿Se estarán pasando un plan de fuga? 

La primera novela de Jorge Corrales recrea desde la ficción las historias que rodean a esta foto real de un momento histórico decisivo en la historia de la guerra fría. Dos chicas adolescentes sin nombre, con sus inseguridades y sus proyectos, a veces hacen que podamos entender mejor una época histórica que las biografías pormenorizadas de los gobernantes más famosos. 

En las fotografías que se conservan del muro de Berlín, las personas que aparecen suelen ser meros espectadores, extras de la función terrible que les rodea. El muro había interrumpido sus historias, les había quitado el papel, su parte de guion, su protagonismo, y los había dejado al margen, mudos, cortados en dos. El muro dividió Berlín y aisló su parte occidental del resto de la Alemania Federal. Pero sobre todo, cortó las vidas de cientos de miles de berlineses, las puso en suspenso y les obligó a tomar decisiones que nunca habrían imaginado. 

A Elena, la protagonista, lo que más le gusta en el mundo es sentarse y mirar. Y dejarse llevar por la curiosidad que le produce todo lo que observa. Si la curiosidad es lo contrario del miedo, entonces Elena no es nada miedosa. Ni para irse a Berlín a vivir sola ni para zambullirse en la investigación de una de las épocas más turbulentas de la historia alemana. Y es que Berlín es una ciudad llena de muertos. De persecución y exterminio. Pero también de belleza y de movimiento. De futuro. Un pueblo cosmopolita de "granjeros con gorras hípster" en el que cualquier cosa puede pasar. Cualquier cosa. 

Esta novela entretenida, ligera y trepidante me ha recordado, por el tema y por el ritmo, a El túnel 29, de Helena Merriman. Es una historia de una amistad doble sobre los muros que nos separan, esas fronteras invisibles y artificiales que solo existen en la cabeza de las personas. Es un homenaje apasionante a Berlín, una ciudad que "está contando su historia en cada esquina, en cada farola, en cada persona. Sólo tienes que saber cómo escucharla. Tienes que aprender el lenguaje de su historia". 

Y acabas de leerla con la música alegre y juguetona de Edith Piaf en la cabeza, que en la versión alemana de Dalida se vuelve puramente feliz y celebra la belleza del mundo: Die Welt ist schön, Milord...







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