Un relato estremecedor de vivencias masculinas en la voz de una mujer, Hanya Yanagihara, neoyorquina de origen oriental. Ha sido finalista del Man Booker Prize y del National Book Award. Ignoro cómo serán los primeros premios pero dudo mucho que puedan ser mejores que esta novela.
Tan poca vida nos habla sobre la culpa, el abuso y la violación de los menores en seminarios y ambientes de carretera, esa lacra que es la pederastia y a la que hasta hace poco tiempo ni siquiera se le daba un nombre, porque los niños eran propiedades y se hacía con ellos lo que apeteciera. Especialmente en el ámbito familiar, todavía hoy en muchos países sigue sucediendo sin que sean siquiera conscientes del daño físico y moral que ocasionan. Los trastornos mentales, los fantasmas y pesadillas que pueblan las mentes dañadas de estos niños muchas veces impregnan toda su vida.
Pero no todo son dramas. Al tiempo y de manera espléndida, la autora nos acerca a la amistad, la generosidad, al silencio y las emociones, al precio de la vida cuando uno ha dejado de valorarla y, sobre todo, al amor. Al amor en sus distintos matices, que, a medida que la sociedad evoluciona, muy despacito, hacia un mayor y mejor humanismo, quizá pueda ser entendido en toda su diversidad y deje de estar constreñido por los estereotipos mayoritariamente heterosexuales que nos han inculcado.
A través de siglos nos han trasmitido los límites y las costuras dentro de las que podíamos delimitar los cánones del amor, ese sentimiento tan poderoso que consigue mover el mundo en todas direcciones y que siento que tiene muchos matices todavía poco explorados. Hanya Yanagihara introduce aquí una relación de amor entre dos hombres que se adentra en territorios poco transitados con una intensidad que nos conmueve hasta las lágrimas.
El mejor regalo para las próximas navidades: mil páginas que nos regalan emociones, reflexiones y sentimientos impagables.
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