
Pero un día, cuando Malva ya ha crecido, su madre decide que ya es hora de que los cuentos los lea ella misma, y cada noche pone una excusa diferente para no leerle más: que si tengo que planchar, que si estoy cansada..., y a Malva le parece terrible y se desespera porque no se resigna a perderse esos momentos mágicos.
Después de darle muchas vueltas al asunto, se le ocurre una idea milagrosa y cuando llega la noche les dice a sus padres: ¡a la cama, que os voy a contar un cuento! Y así, repite con ellos lo que su madre hacía antes, consiguiendo que sus padres descubran el maravilloso placer de escuchar un cuento en boca de su hija.
Un relato muy interesante para niños y padres, reivindicando esa parcela que cada vez más está siendo usurpada por las maquinitas, los ordenadores y la dejación de un hábito que crea vínculos tan importantes que serán un estímulo y un precioso recuerdo para el resto de nuestra vida.
(Recomendado por Isabel)
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