"El cuerpo de una madre contra el cuerpo de un bebé crea un lugar. Te hace saber que estás aquí. Sin este cuerpo contra tu cuerpo no existe ese lugar.
Envidio a la gente que echa de menos a su madre. O que echa de menos un lugar o conoce algo llamado hogar.
La ausencia de un cuerpo contra mi cuerpo creó un hueco, un agujero, un hambre.
Esta hambre determinó mi vida."
Ante un arranque de libro como éste, no sólo supe que quería leerlo ya, en cuanto cerrara la librería aquel mismo día en que lo recibí, sino que me habría gustado escribirlo yo y también ser el hueco y el lugar y el hogar del que habla.
Ante un arranque de libro como éste, no sólo supe que quería leerlo ya, en cuanto cerrara la librería aquel mismo día en que lo recibí, sino que me habría gustado escribirlo yo y también ser el hueco y el lugar y el hogar del que habla.
Eve Ensler es conocida por sus "Monólogos de la vagina", obra teatral humorística y reivindicativa representada en todo el mundo que consiguió un éxito espectacular a finales de los años noventa y que hoy en día aún se sigue representando para recaudar fondos en ayuda de programas contra la violencia de género. Se inspiró en las víctimas de abusos y violaciones, en su propia experiencia como niña violada por su padre, en su temprana desconexión con su propio cuerpo para protegerse del sufrimiento y en la necesidad de poder hablar del cuerpo femenino para entenderlo, protegerlo y respetarlo.
Para intentar comprender su propio sufrimiento, cruzó la tierra buscando el dolor de las mujeres. Viajando en aviones, trenes y jeeps, estuvo en Jalalabad, Sarajevo, Alabama, Puerto Príncipe, Peshawar. Recorrió "campos de refugiados, edificios quemados, patios traseros, habitaciones oscuras donde las mujeres susurraban sus historias a la luz de una linterna. Las mujeres me enseñaron los latigazos en sus tobillos y sus caras derretidas, las cicatrices que habían dejado en sus cuerpos los cuchillos y los cigarrillos encendidos. Algunas ya no podían andar o practicar el sexo. Algunas se apagaban y desaparecían. Otras se convertían en máquinas aceleradas como yo."
Y entonces, llegó al Congo. Y todas las atrocidades escuchadas, todas las historias que llenaban su interior hasta desbordarla de terror quedaron eclipsadas por lo que se encontró. Cosas que no voy a escribir aquí. Que ella cuenta en este libro un poco de puntillas. Con cierto pudor. Cosas que queman demasiado para restregarlas por las palabras a la ligera.
Y decidió quedarse.
Desde 2007 su vida ha estado ligada al Congo, un país donde los hombres han violado a su tierra, a sus minerales y a sus mujeres. Trece años de guerra, ocho millones de muertos. Cientos de miles de mujeres violadas. E indiferencia mundial.
Un país en el que ella ha impulsado un centro de mujeres llamado la Ciudad de la Alegría donde todo tiene que poder ser posible de nuevo. Una "flor de loto que surja del fango".
Allí estaba cuando le diagnosticaron un cáncer uterino que la llevó de vuelta a Estados Unidos para someterse a un tratamiento feroz que casi acaba con ella.
Este libro es el relato de su enfermedad. De cómo el cáncer la obligó a tomar conciencia de su propio cuerpo, de su propio dolor. Y de cómo borró la distancia y unió su propia enfermedad a la devastación de la tierra, su fuerza vital a la resistencia de todas las mujeres que no se rinden.
El cáncer casi acaba con ella. Pero no, aquí sigue.
Eve Ensler sigue aquí.
En un lugar llamado la Ciudad de la Alegría donde existe siempre una mano abierta, un cuerpo contra tu cuerpo para llenar los huecos, los vacíos y el hambre.
Eve Ensler |
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