domingo, 8 de marzo de 2015

8 DE MARZO DE 1908: UNA FECHA PARA RECORDAR Y UNA REFLEXIÓN

El 8 de marzo de 1908, en Nueva York, más de cien costureras empleadas en la fábrica Sirtwood Cotton murieron abrasadas. Se habían encerrado pacíficamente en su lugar de trabajo con el objetivo de secundar la huelga que tenía movilizadas a decenas de miles de mujeres y que reivindicaba la igualdad salarial con los hombres, algo que todavía hoy, 107 años después, no se ha conseguido. Pedían también la mejora de las condiciones higiénicas de la fábrica, un tiempo para la lactancia y la reducción de la jornada diaria a sólo diez horas. El empresario no sólo no dialogó con ellas, sino que ordenó cerrar todas las puertas con candados y prender fuego a las instalaciones. La masacre se consideró símbolo de la explotación laboral salvaje a la que estaban sometidas las mujeres y se estableció esa fecha para conmemorar cada año la lucha de las trabajadoras en todo el mundo.

Uno de los principales objetivos del milenio que se pusieron en el año 2000 y que debían haberse cumplido en este año 2015 era promover la igualdad de género y la autonomía de la mujer. ¡Qué lejos estamos de ese objetivo! Y aun así, se han conseguido cosas.

Hace pocos días regresé de un viaje a Kasenda, un lugar remoto de África, en Uganda, a cinco horas de viaje de Kampala, la capital. La ONG Kelele África ha puesto una semilla en ese rincón maravilloso construyendo una escuela infantil para 75 niños cuya pedagogía tiene un pilar importante y transversal: la igualdad de género.

A pesar de la miseria de la zona me encontré con una grata sorpresa cuando indagamos acerca de la situación tan precaria de las mujeres. Reconocían como un grave problema el hábito de las borracheras masculinas que son sinónimo de violencia. Pero ante esa realidad allí han tomado medidas que me parecieron muy adecuadas. Tienen una especie de consejo comunal o vecinal al que acuden las mujeres que han sido maltratadas y que tiene la autoridad moral para dirigirse al agresor, censurar su comportamiento e incluso imponerle un castigo. Es un sistema que funciona porque viene del mismo núcleo vecinal y es el prestigio y el buen nombre lo que está en juego, en un lugar donde no existe autoridad civil alguna. 

En nuestra sociedad occidental "avanzada", muchas veces siento que al dejar en manos de las autoridades la gestión de la violencia, eludimos nuestra responsabilidad y miramos para otro lado como si no nos atañera. El ejemplo de tantos casos en los que quizá por temor a inmiscuirnos no nos involucramos es un síntoma de la frialdad, la indiferencia y la falta de solidaridad que a cualquiera que venga de África o América no puede dejar de llamarle la atención. Sociedad avanzada, sociedad despiadada. 

La tarea maravillosa de ONGS como la fundación Vicente Ferrer en la India o nuestra pequeña Kelele África es un pequeño ejemplo de todo lo que es necesario hacer para mejorar la condición de la mujer en todo el mundo. Porque la igualdad de un derecho inaplazable. 

Isabel Sancho





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