jueves, 1 de agosto de 2019

ÉBANO

Ébano es uno de tantos libros que durante años han poblado mi mente y que por diversas circunstancias fueron quedando relegados de forma absolutamente injusta. Acabo de terminarlo y llevo horas interiorizando tanta información, tanta diversidad, tanto horror. No tengo palabras suficientes para describir este relato pero voy a intentar esbozar algunos datos que me han conmovido, conmocionado.

África es un continente demasiado grande para poderlo describir. Kapuscinski viajó por muchísimos países y nos contó las grandes historias protagonizadas por la colonización europea, pero sobre todo se detuvo en las pequeñas historias de cada pueblo, cada ciudad, las habitaciones llenas de cucarachas donde tiene que pasar noches a temperaturas insoportables con insectos imposibles de evitar ni siquiera con las mosquiteras.Vivió en las casas más pobres de los arrabales, enfermó de malaria cerebral y nos describió los síntomas de forma asombrosa.

El colonialismo reinó en África desde la conferencia de Berlín (1883-1885), en la cual varios países europeos se repartieron todo el continente, hasta la época en que África se independizó en la segunda mitad del siglo XX, aunque la penetración colonial había empezado ya en el siglo XV y siguió en los siglos posteriores con la exportación de esclavos a América. El comercio de esclavos duró trescientos años y fue la fase más brutal de aquella conquista. Allí, con el sudor de sus frentes, construyeron la riqueza y el poderío de América, y África fue saqueada de sus gentes, arruinada y destruida.

El reparto que hicieron los europeos supuso meter miles de reinos, federaciones y comunidades tribales que existían en el continente a mediados del siglo XIX en las fronteras de apenas cuarenta colonias. Los conflictos tribales seguían vivos, los mismos desde hace siglos, pero hoy causan un número mayor de muertos incomparablemente más alto. La civilización moderna, en palabras del padre Albert en Uganda, aquí no ha aportado nada: ni luz eléctrica, ni teléfono, ni televisión, ni conductos de agua. Lo único que sí ha traído son las metralletas.

Soroti, en Uganda, es la capital de unas tierras habitadas por los iteso, un bello pueblo nilo-cainita cuya población supera el millón de personas. Se dedican a la cría de ganado vacuno. La vaca es su tesoro más preciado. Los iteso ponen nombres a sus vacas porque cada una tiene su propia personalidad. A una cierta edad, un niño iteso recibe una vaca para cuidarla y en el curso de una ceremonia muy especial también recibe el nombre de su protegida: a partir de ese momento se llamará igual que ella y además de jugar se responsabilizará de su bienestar. Una de tantas pequeñas historias apasionantes.

Una de las peores lacras en África son los señores de la guerra. Suelen ser jefecillos, antiguos oficiales, ministros o miembros destacados del gobierno, ávidos de poder y de dinero, sin escrúpulos, que contribuyen al desmoronamiento de los estados para ejercer el poder dictatorial de las armas, utilizando a sus propias tribus y sobre todo a los niños y jóvenes hambrientos a quienes arman y drogan lanzándoles a la lucha por un plato de comida. El armamento es barato. ¿Quién lo suministra? Y el dinero lo sacan de las minas de diamantes, y también de los caminos y ríos los soldados cobran peaje a todo el que necesita pasar. 

Ryszard Kapuscinski

La ayuda humanitaria también se ve entorpecida por estos salvajes que controlan los vuelos y se llevan de los transportes todos los sacos de grano, aceite y otros alimentos que necesitan, porque el que tiene un arma es el primero en comer. Cuando han acabado con todo convocan un proceso de paz, fijan fecha para elecciones y consiguen créditos del Banco Mundial. Una espiral diabólica.

Ryszard Kapuscinski (1932-2007) fue uno de los mejores periodistas de todos los tiempos, historiador, escritor y poeta. Recibió muchos premios, entre ellos el Príncipe de Asturias de la Comunicación y las Humanidades en 2003. Hizo causa en el movimiento comunista en defensa de los derechos humanos. Un ser irrepetible, necesario.



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