lunes, 24 de junio de 2019

MARÍA ANTONIETA

Clientes y amigos saben bien que uno de nuestros autores favoritos es Stefan Zweig. Este año Óscar, Patricia y yo nos dimos el placer de viajar a Viena, entre otros motivos para cenar en el Café Central, donde Zweig solía reunirse con los más importantes intelectuales de su época en la época dorada de la cultura hasta que llegó el horror del nazismo.

En ese viaje descubrimos que a mí me faltaba por leer esta biografía de María Antonieta y a Óscar la de María Estuardo, ambas de Zweig. ¡Teníamos que corregir esa omisión! Cumplimos, y después de recomendaros encarecidamente la de María Estuardo, que leí hace ya tiempo, como la mejor novela de intriga y conspiración que recuerde, os traigo ahora mi lectura de María Antonieta, con la que tantas cosas he aprendido. 

Uno de los muchos méritos que tiene la literatura de Zweig es que sabe despertar el deseo de seguir investigando sobre los temas que trata, incluso después de terminar sus libros. Después de acabar María Antonieta, la necesidad de conocer mejor el inicio y desarrollo de la Revolución Francesa me llevó al ensayo La Europa revolucionaria 1783-1815, de George Rudé.

En mayo de 1770, a una María Antonieta de tan solo catorce años la casaron con Luis XVI, un año mayor que ella. Eran dos niños sin preparación y con caracteres que no les hacían precisamente los más adecuados para ser algún día reyes de Francia. Ella, encantadora y superficial, solo buscaba diversión, sin tener la más mínima conciencia del mundo que existía fuera de su pequeño círculo de cortesanos. Jamás le interesó saber cómo vivía la gente corriente y nunca vivió fuera de sus palacios... hasta que llegó la Revolución y con ella despertó de aquel sueño. Los tres últimos años fueron aterradores para aquella reina que creyó que todo se le debía. 

Luis XVI, su marido, un Borbón de pocas luces, como han sido tantos en esa dinastía, tenía buenos sentimientos. Lo que de verdad le hubiera gustado es no ser rey y que le dejaran una parcela de tierra para dedicarse a cazar. Un pequeño problema físico, una fimosis, le impidió consumar su matrimonio hasta siete años después de casarse ¡menos mal que alguien más lúcido que él le dijo que era algo sencillo de resolver con una sencilla operación!

Su indecisión, su falta de determinación política y su cobardía le hacían oscilar de un lado a otro sin tener nunca nada claro. La población tenía la impresión de que hacía causa común con el clero y la nobleza cuando en realidad tenía al duque de Orleans como uno de sus enemigos. Con un marido y rey de estas características, María Antonieta, con más carácter pero sin implicarse en ninguno de los problemas políticos o económicos de su nueva patria, eligió vivir una vida al margen de su marido y su país, gastando enormes sumas de dinero para sus caprichos, especialmente en la construcción del palacio de Trianon que convirtió en su residencia personal, al margen de Versalles, dando la espalda a la corte.

Stefan Zweig

En una época de catástrofe económica (1787-1789) debida a las malas cosechas, la primera chispa que encendió la Revolución fue la declaración de bancarrota del gobierno después de la guerra de América. La revuelta fue aristocrática contra la Corona y el gobierno real, apoyada por el clero, también se fomentó el odio contra una reina que sentían ajena y que derrochaba a manos llenas las arcas del Estado, autorizada por su marido. Voltaire, Montesquieu y Rousseau influyeron en la opinión popular, consiguieron que se pusiera de moda ser escéptico e irreligioso. Hardy, un librero de París, recogió expresiones anticlericales en su diario de la década de 1780 y quizá fue el caldo de cultivo para que años después se iniciara, no de golpe, sino poco a poco, ese movimiento político propiciado por las clases "respetables" de Francia para reparar viejos agravios y reformar instituciones anticuadas, un levantamiento espontáneo y regenerador contra el despotismo, la miseria agobiante y la injusticia del Antiguo Régimen. Los escritos de la Ilustración minaron creencias y lealtades tradicionales, dejando el sistema debilitado y en peligro.

La Revolución Francesa ha tenido tanto impacto en la historia de la Humanidad que el personaje tan atractivo de María Antonieta ha quedado diluido y la imagen que más ha trascendido es la de la guillotina que acabó con su vida. Al final, en esos tres últimos años de su vida, tan atormentados, demostró una entereza y un carácter que nunca tuvo Luis XVI. Con un poco más de valentía y de claridad de ideas, su destino creo que hubiera sido mucho más benévolo.

Como siempre, una magnífica biografía de Zweig para disfrutar de una época que nos pilla un poco lejana pero que transformó radicalmente tantas cosas a partir de entonces.





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