jueves, 2 de octubre de 2025

CÓMO SE LE DICE ADIÓS A UNA MADRE

Puede que escribir a una madre sea «como cantar con los ojos cerrados». No lo sé. Lo es para Uxue Razquin. También puede ser como querer olvidar a toda costa. O como querer recordar a toda costa. El duelo es un péndulo entre la memoria y el olvido, una oscilación continua entre dos necesidades incompatibles que no permite descansar. La autora de este librito, minúsculo en su tamaño e inabarcable como cualquier duelo, se interna con una delicadeza asombrosa en los pasadizos de la muerte. Y nos regala un libro lleno de amor. 

Pienso que la vida es fragmentaria. Vivir es ir habitando fragmentos. Pedacitos de experiencias que luego olvidamos, perdemos, atesoramos, estropeamos y embellecemos para mantener cierta cordura. Para tratar de parecernos a ese personaje que proyectamos ante los demás. Recordar es recuperar los fragmentos de lo vivido y reconstruir una historia, un dibujo, rellenando los huecos con la imaginación. Recordar es inventar. Inventar para habitar la memoria. 

Decirle adiós a una madre también es traerla de vuelta. Las palabras sirven para eso, en el mismo gesto pueden despedir y resucitar. A veces una persona nunca está tan viva, tan presente, como cuando la invocas. Pero es una presencia traicionera. Se esfuma en cuanto la palabra enmudece. Y ya no vuelve. Desaparece, se desintegra, como una mariposa cuando muere, vas a recogerla y es solo polvo, una sombra en los dedos. 

Uxue Razquin cuenta el duelo por la muerte de su madre con palabras contenidas. Palabras que rodean su llanto con una cuerda, hacen un nudo y aprietan. Y luego con palabras sueltas, torrenciales, que raspan y arrastran por caminos que casi todos hemos recorrido alguna vez. Palabras que iluminan caminos que la mayoría hemos recorrido sin querer mirar. Sin saber mirar. 

«¿El trauma tiene que ser instrumental? ¿Tendría que haber aprendido algo? Esta experiencia no me ha hecho más fuerte». No es fácil escribir desde una desnudez como esta. Desde una vulnerabilidad así. Las palabras adquieren significados más grandes. Palabras como culpa, alivio, enfado, miedo, desconsuelo, risa, extrañeza. Son las mismas de siempre. Tan reconocibles. Y, al terminar la última página, tan nuevas. 


 

No hay comentarios:

Publicar un comentario