miércoles, 28 de febrero de 2018

DOCTOR DE SOTO & IRENE LA VALIENTE

Llegaron sin avisar. Camuflados tras otros libros, parecían escurrir el cuerpo para que no los viera. Se pusieron tímidamente a la cola: ¡qué de libros nuevos han venido hoy! Y mientras yo me tomaba mi tiempo colocando las novelas negras por países y los poemarios por metáforas, ellos esperaban pacientemente su turno. Sonaba el teléfono, buenos días, buenos días, llegaba más gente, ¿tenéis este libro?, sí, voy a ver, y ellos esperaban, en el fondo de su caja. Hasta que levanté el libro que los tapaba, estiraron las patitas, husmearon la librería y ¡tachán!, Irene la valiente y el Doctor de Soto irrumpieron en el mostrador con su ingenio y su ternura para desbaratarme la mañana y dejarme con ganas de más, de muchas más aventuras de este William Steig que no conocía y que ha llegado para quedarse y ocupar un lugar de honor en nuestra sección infantil. 

El Doctor De Soto y su mujer son amor. Y además, son los dentistas más famosos en kilómetros a la redonda. Curan los dientes de todo tipo de animales, pequeños y grandes. A los más grandes los hacen sentarse en el suelo y llegan a sus bocas mediante largas escaleras y poleas, y todos, caballos, cerdos, perros y vacas, están encantadísimos con la delicadeza y maestría de esta pareja encantadora de dentistas. Curan a todo tipo de animales grandes, sí, excepto gatos y otros animales peligrosos. No quieren arriesgarse a terminar en la tripa de un felino al ir a arrancar una muela del juicio. Hasta que un día acude un pobre zorro con un terrible dolor de muelas y deciden arriesgarse. Porque, aunque el Doctor De Soto es muy pequeño, su astucia es muy grande. 

Irene la valiente es amor. Y además, es la hija de la costurera y no le tiene miedo a nada. En una noche de viento y nieve, decide desafiar a los elementos y llevarle un vestido a la duquesa. Se enfrenta al viento, que sopla y sopla y no deja de hacerle jugarretas. Se enfrenta a la nieve, que esconde el suelo para que no vea por dónde pisa. Se enfrenta a la oscuridad, que borra el paisaje para que no encuentre el camino al castillo de la duquesa. Al atravesar el bosque, el viento le arrebata con una risa malévola la caja con el vestido, sus pies se hunden en la nieve y su voz se pierde en la noche. ¡Irene corre peligro! ¿Pero quién se resignaría a quedarse toda la noche en medio de la ventisca? Irene no. Porque, aunque sea una niña muy pequeña, su valentía es muy grande. 

Estos dos libros que rescata Blackie Books en la traducción de Jorge de Cascante son ya clásicos de la literatura infantil. Yo los recomiendo para niños de cuatro, cinco, seis y siete años, y para cualquiera que conserve a un niño de esas edades en su interior. Que, espero, seamos todos. 



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