jueves, 23 de febrero de 2017

Nueva York en la literatura (II): CLAROSCURO

El primer placer que provocan los libros de la editorial Contraseña es táctil y visual, por la calidad del papel y el diseño de sus portadas. Luego, en el caso de esta novela, el placer aumenta por dos potentes razones: la primera es su calidad literaria, su exquisitez, un drama espléndido sobre la identidad y la fuerza de los deseos, y la segunda razón que a mí me ha cautivado, en esta historia escrita en 1929 y traducida por primera vez al castellano en 2011, es el tema de las complejas circunstancias raciales.

El ambiente de la novela es el de la clase social media-alta en New York a principios del siglo XX, y las protagonistas son dos mujeres de raza negra pero que, por esas carambolas genéticas no tan infrecuentes, tienen la piel prácticamente blanca. 

Irene Redfield, una de las protagonistas, a pesar de su piel blanca decide integrarse en la comunidad negra y casarse con un médico afroamericano. En cambio, su compañera de instituto, Clare Kendry, aprovechando la muerte de su padre negro y la circunstancia de que los familiares que le quedan son blancos, decide ocultar su identidad racial y se casa con un rico hombre de negocios, racista en extremo.

Doce años después de haber compartido aula, un reencuentro casual une a las dos amigas y Clare siente la añoranza de reencontrarse con los de su raza pero las cosas no son nada fáciles y la complejidad de la trama, recreada con un intenso realismo, desemboca en un inesperado y sorprendente final.

Nella Larsen introdujo a nuestro Federico García Lorca en los círculos de Harlem, la zona donde se reunían los negros especialmente para cantar y expresarse a través del jazz y donde Lorca halló inspiración para su obra Poeta en Nueva York.



 

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