Los pasos que nos separan es una historia sutil y sencilla que nos habla de la culpa, de los errores, del poder del perdón y de reconstrucción. Y también de unas vidas marcadas por situaciones familiares complejas, como en el caso del protagonista, Salvador Frei, un escultor catalán con quien compartimos su trayectoria en los años 20 cuando con veinte años huye de su situación familiar marchando a Italia para trabajar con un maestro escultor.
En Trieste, en aquella época ciudad con sentimientos austriacos italianizada a golpe de decreto, encontrará al amor de su vida, Edita, una mujer eslovena, casada, con un bebé, algo mayor que él. La novela se desenvuelve en dos épocas diferenciadas, una en los años veinte y la otra a finales de los años 70 en España, donde la protagonista inicial es Marina, una joven estudiante de Bilbao que estudia en Barcelona y de forma irreflexiva, como fue la tónica en ciertos ambientes de aquella época, vive unas vacaciones en Menorca de las que volverá embarazada.
Indefensión, angustia y miedo llevan a Marina a buscar un trabajo que le permita financiarse un viaje a Londres para resolver la situación. El tema del embarazo aparece a lo largo de estas páginas en diferentes situaciones: Rosina, la muchacha ignorante y seductora que de forma inconsciente será una víctima, Eulalia, la mujer que cuida de Salvador y cuidó de Edita, y Marina, que quizá pueda encontrar una solución para el futuro de su bebé.
En esta segunda etapa de los años 70, Salvador Frei tiene casi ochenta años, se ha quedado viudo y su trayectoria le ha llevado a una madurez positiva que hace posible que una relación profesional con Marina, a la que contrata para acompañarle en un viaje por los lugares de su juventud, Trieste, Zagreb y Liubliana, se convierta en una amistad cómplice que pueda redimirlos a los dos. Esta historia nos deja un sabor de esperanza y solidaridad, dos ingredientes que hacen de la vida un lugar habitable.
(Recomendado por Isabel)
(Recomendado por Isabel)
No hay comentarios:
Publicar un comentario