
Dos hermanos, Subhash y Udayan, viven su infancia y adolescencia en un humilde barrio de Calcuta donde la temporada de lluvias inunda un cauce habitualmente seco convirtiéndose en un gran espejo de agua que oculta tanta pobreza en los vertidos contaminados.
La entrañable relación entre los dos hermanos se ve truncada cuando llegan a la universidad y Udayan dedica una parte de su tiempo a la revolución política implicándose peligrosamente mientras que Subhash, más tranquilo y conservador, acepta una beca para estudiar en Rhode Island. Sus caminos se separan y la tragedia está al acecho destruyendo el entramado familiar, donde la mujer de Udayan es un ejemplo de cómo las tradiciones culturales pueden destruir vidas.
Quizá en un mundo convulso como el que retrata Lahiri, que contemplamos cada día sin que veamos mucha voluntad para mejorarlo, sólo tendríamos que grabar en nuestro corazón aquella Declaración Universal de Derechos Humanos que se firmó en 1948.
Bienvenidas todas las historias que, además de hacernos pasar unas horas preciosas, fijan nuestra atención en situaciones tan complejas como las que ocasionan tantas tradiciones injustas.
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