jueves, 10 de julio de 2014

MI CLAUSTRO ES EL MUNDO

¡Es la segunda vez que reseño un libro de una monja! ¡Quién me lo iba a decir a mí, agnóstica convencida! Pero es que lo merece, igual que Teresa Forcades, de quien hice un elogio sin paliativos hace unos meses.

Sor Lucía Caram, monja de clausura, dignifica su orientación. Si todos los representantes de la Iglesia fueran como ella y como Teresa, creo que tendrían todo el respeto y la admiración que nos hemos visto obligados a retirarle a esa Iglesia que parece vivir fuera de la realidad. La prueba es la contestación que dentro de su ámbito han tenido que soportar estas dos mujeres valientes, éticas y solidarias.

Es muy interesante ver cómo desde una familia del Opus Dei en Tucumán, Argentina, una muchacha con clara vocación religiosa desde muy joven empieza a cuestionarse las formas y el fondo de esa Iglesia de donde no desea salir pero sí anhela que se transforme porque no se corresponde con su idea solidaria y de libertad.

Su viaje a España, primero a Torrente en Valencia y luego a Manresa en Barcelona, marca un camino que, si bien en la primera parte de su libro parece algo trillado, a partir del momento que llega a Manresa cobra vida con la etapa de la crisis que analiza de forma clara y contundente, cuando su compromiso con los más necesitados pone un punto de emoción y nos ofrece un ejemplo de humanismo. Cuestiona pasajes de la Biblia que ningún criterio ético podría aceptar y expone las inquietudes de una juventud que a pesar de ser católica no se siente representada por esa élite eclesiástica que se empeña en ignorar la realidad.

Interesante la fe inquebrantable de esta monja valiente y solidaria que además no se amilana cuando se enfrenta con esa dialéctica suya tan directa a los poderes políticos. 

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