Qué sorpresa. Qué maravillosa sorpresa. Al club de mis admiradísimas Willa Cather, Edith Wharton e Irene Némirovsky acabo de añadir a Ricarda Huch, una autora de la que, después de leer esta novela, lo quiero leer todo. La pena es que, a diferencia de estas otras autoras, y de otros contemporáneos suyos que la admiraban profundamente (como Thomas Mann o Stefan Zweig), de momento no hay nada disponible en español. Amigos de Duomo, Alba, Acantilado, Contraseña, Impedimenta, esta escritora os va a enamorar, por favor, traducidla más.
Estamos en 1906 en Rusia. Año de revolución fallida, de revueltas estudiantiles. Un gobernador recibe amenazas de muerte y decide recluirse en su casa de campo con su familia. Para su comodidad y seguridad personal contrata a un secretario, un hombre enigmático del que pronto quedará prendada toda la familia, sin que ninguno sospeche la motivación oculta que le ha llevado a aceptar el trabajo. A través de las cartas que intercambian los miembros de la familia con otros personajes y entre ellos mismos, la autora consigue trasladar al lector un ritmo trepidante, un aire de premonición y una tensión que va creciendo y creciendo hasta su explosión final.
Thomas Mann dijo que Ricarda Huch era la mujer más inteligente de Alemania, e incluso de toda Europa. Y la verdad es que después de leer esta novela lo que aflora a los labios es un elogio superlativo tras otro. Me ha encandilado su ironía y su vivacidad a la hora de describir a los personajes, usando las cartas de unos y otros para ir perfilando su carácter. La familia protagonista derrocha simpatía a la vez que una innata arrogancia que nace de la inocencia más que de la voluntad de dominio. Son aristócratas hasta la médula, embebidos de buenas maneras y frivolidad, hasta el punto de aguantar cualquier salida de tono sin inmutarse, pues consideran que "ofenderse es muy de pequeñoburgués". Es una familia encantadora y fascinante que, a ojos de Liu, el secretario, quizá sólo tenga un defecto: "pertenece a una época que debe desaparecer y constituye un obstáculo para el desarrollo de una nueva".
Ricarda Huch |
Mediante un tono epistolar aparentemente ligero, la autora indaga en temas profundos como el amor dependiente entre padres e hijos, la tradición frente a la desobediencia, el anarquismo como movimiento de cambio, el derecho a estudiar, la conciencia de clase y la libertad de expresión en un estado autoritario. Al igual que Willa Cather con la América profunda o Edith Wharton con la América cosmopolita, aquí Ricarda Huch hace un retrato de la aristocracia rusa con una finura, una chispa y una penetración psicológicas cautivadoras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario