
He leído este libro con una mezcla de asombro, deleite y rechazo.
Asombro por la profundidad y la sabiduría, impropias de un escritor tan joven, con que están tratadas las relaciones humanas y las reacciones de los soldados ante un entorno hostil e incomprensible.
Deleite por la maravillosa calidad literaria, la delicadeza y la increíble capacidad de encontrar esas palabras que, como imágenes, se nos quedan grabadas en la memoria durante mucho tiempo.
Y rechazo por la cantidad casi insoportable de dolor, de crueldad, de los traumas que los chicos llevan a cuestas y de los que parece que nunca serán capaces de curarse.
Aún así, recomiendo este libro a cualquiera que le interese el día a día de los soldados italianos en Afganistán, que desee disfrutar de una buena literatura y sumergirse en los anhelos y frustraciones de una serie de personajes que dejan una huella muy honda en la memoria.