jueves, 5 de junio de 2025

LOS CIELOS RETRATADOS

Lo que más me gusta del cambio de hora de primavera es que cuando salgo de trabajar todavía puedo ver el cielo. Es la hora dorada, ese momento mágico que tanto aprecian los fotógrafos y que baña los árboles y los edificios de una tonalidad miel especialmente cautivadora. A veces me paro en medio de la calle y hago fotos, como un vulgar turista. Fotos del parque, de los edificios, de los pájaros y de los patos, fotos de las hojas de los árboles y también de las nubes que a cada minuto cambian de color. Fotos que guardo en el móvil con el mismo mimo que las fotos de los viajes más especiales que he hecho. Qué divertido: un turista que fotografía lo que ve todos los días. Y pienso que ser turista de mi vida cotidiana debe querer decir que me sorprende y me asombra como algo nuevo aquello que veo una y otra vez. Y no me parece tan mal. Bendito asombro, ojalá no se me acabe nunca. 

Este libro trata sobre esto. Sobre pararse a mirar el cielo y quedarse embobado por la luz cambiante de las nubes. Sobre esas nubes, por las que muy poca gente siente curiosidad, pero cuyos matices son infinitos para la mirada receptiva. Sobre las nubes y los diez géneros distintos que existen. Sobre el asombro necesario para poder apreciar la infinita belleza que nos rodea todos los días cada vez que alzamos la mirada. Y sobre cómo los pintores han retratado los cielos a lo largo de la historia, y qué nos dicen sus pinturas de su sensibilidad, de la naturaleza cambiante y de la historia del clima. 

Gracias a José Miguel Viñas, he aprendido a añadir la mirada del meteorólogo al observar los cuadros. Este meteorólogo comenzó a ofrecer al público esta mirada complementaria sobre el arte en 2007, en la sección «Buscando nubes en el Prado» del programa No es un día cualquiera, de Radio Nacional. Y en este ensayo ameno y sencillo hace un recorrido por los cuadros de la pintura europea que mejor captan la naturaleza voluble del cielo. Desde las atmósferas azuladas de Patinir hasta los cielos encendidos de Turner, pasando por los estudios de nubes de Howard y Constable y las nieblas románticas de Friedrich.  

La conexión entre ciencia y arte está poblando las mesas de novedades con libros interesantísimos y este es un magnífico ejemplo. Después de leerlo ya no será posible pasar por alto toda la información y la belleza que se esconde en los cielos retratados en los cuadros. 






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