Cada vez que pienso en Leo Lionni se me viene a la cabeza la imagen de este ratoncito que conocí en Frederick y que desde entonces me acompaña siempre en la sección infantil de la librería. Así que cada vez que veo alguna novedad de este autor con su estilo inconfundible, una parte de mí vuelve a ser niño y a alargar las manos diciendo dame, dame, quiero, quiero. Y eso es lo que hice al sacar el primer ejemplar de la caja de novedades: lanzarme a leerlo ahí mismo. No hay tantos libros con los que uno pueda volver a ser niño siempre e inmediatamente.
Un año entero cuenta la historia de Guille y Greta, dos ratoncitos gemelos que, el primer día del año, salen a dar su primer paseo por la nieve. Nada más salir se encuentran con un árbol que al principio confunden con el bastón de un muñeco de nieve. Pero el árbol, que se llama Fito, les saca pronto de su error. ¡Un árbol parlante! Y, a partir de ese momento, todos los meses del año vuelven a ver a este árbol tan particular, que se hace amigo suyo, y le cuentan los lugares por los que han pasado, cómo son las vacas, los caballos y las gallinas del granero donde viven, y el árbol les cuenta todas las cosas que vive él, sin moverse del sitio. Los ratones lo cuidan cuando el fuego lo amenaza y, a cambio, el árbol les regala su sombra en verano y sus frutos en otoño. Un año entero es la historia de amistad entre dos ratones y un árbol parlante, una historia bonita y tierna para los más pequeños.
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